El cólico del lactante es un término que se oye mucho últimamente y que trae desesperados a los padres y madres con bebés que lo sufren pero, ¿qué es realmente el cólico del lactante?

Hace unos años, tuve como paciente a una pediatra y, en aquel entonces, una de mis sobrinas acababa de nacer y sufría de cólico del lactante. Aprovechando la especialidad de mi paciente, decidí preguntarle por qué se producían exactamente los cólicos. Su respuesta fue: «¡no tenemos ni idea! Se barajan distintas hipótesis, entre ellas, la falta de madurez del sistema digestivo del bebé».

Pero me quedé pensando: todos los bebés nacen con un sistema digestivo inmaduro, así que ¿por qué hay algunos que sufren cólico del lactante y otros que no?

Parece que la lactancia no influye tampoco al 100% en este aspecto, ya que hay bebés que se alimentan exclusivamente de leche materna y, aún así, sufren cólico del lactante.

¿Podría tener que ver la alimentación de la madre? Podría influir también.

De hecho, los pediatras suelen eliminar de las dietas de las madres que dan el pecho a sus bebés ciertos alimentos para evitar acidez o la leche de vaca porque se presupone una intolerancia por parte del lactante a la misma.

A veces, incluso se baraja la posibilidad de que sean celiacos…. En fin, muchas hipótesis, pero no hay ninguna conclusión de momento.

 

¿CÓMO SABER SI MI BEBÉ LO PADECE?

Síntomas de bebés con cólico del lactante:

  • Irritabilidad del bebé, habitualmente a los 5-10 minutos de comer (llanto retorciéndose).
  • Las crisis empeoran a lo largo del día: el mal funcionamiento del sistema digestivo hace que se acumule la comida y el bebé pide comer para que avance.
  • Pueden asociarse gases: dolor a los 30-40 minutos de haber comido.

¿CÓMO TRATARLO?

Desde el punto de vista osteopático, se da mucha importancia a la cabeza del recién nacido y a continuación explicaré porqué.

Somos conscientes de que los bebés sufren mucha presión a la hora de salir por el canal del parto (presión, por otra parte, muy necesaria para que terminen de formarse los huesos del cráneo) pero, ¿qué ocurre en aquellos bebés que nacen por cesárea? ¿O por parto instrumentado con fórceps, espátulas y/o ventosa? ¿Qué ocurre si mi bebé ha estado “mal colocado” durante la gestación?

Nuestro cráneo está formado por distintos huesos que se articulan entre sí, permitiendo movimientos mínimos entre ellos.

En el caso de los recién nacidos, como ya sabemos, estas uniones entre ellos no están consolidadas del todo y dan lugar a las fontanelas.

Estas fontanelas dan mucha más plasticidad al cráneo del bebé y permiten el crecimiento de los huesos del cráneo y el plegamiento y cabalgamiento de los mismos en el momento de nacer. Si este plegamiento y/o cabalgamiento va más allá de lo normal por culpa de las presiones mencionadas anteriormente, puede dar lugar a lesiones en el cráneo de nuestro bebé que, como consecuencia, nos den la sintomatología de la que estamos hablando. A continuación explicaré por qué.

En el cráneo, y sobre todo en su base, contamos con numerosos orificios que permiten el paso de nervios, venas y arterias. En el caso del cólico, nos vamos a centrar en un orificio en concreto: el agujero rasgado posterior, situado entre los huesos occipital y temporal.

¿Por qué nos centramos en ese orificio? Porque va a permitir la salida de uno de los nervios más importantes del cuerpo: el nervio vago o neumogástrico.

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Este nervio, tiene como misión el controlar el funcionamiento correcto de las vísceras abdominales (estómago, duodeno, hígado, páncreas, intestino delgado y parte del grueso, riñones, etc).

¿Qué pasa si, a causa de las presiones durante el parto o de la posición durante la gestación, mi bebé nace con un cabalgamiento entre el occipital y el temporal de uno o ambos lados?

La respuesta es la siguiente: el agujero rasgado posterior se vería comprometido y, por tanto, la información nerviosa entrante y saliente no sería la correcta.

Y, si no llega correctamente la inervación a las vísceras digestivas, ¿qué pasa?

Pues podemos encontrarnos con múltiples situaciones: malas digestiones, vómitos, estreñimiento, diarrea, gases….

¿Nos suena un poco todo esto?

¿Cómo tratamos desde la osteopatía estos problemas?:

Lo primero que hacemos cuando llega un bebé a la consulta es hacer lo que llamamos una anamnesis, en la cual, preguntaremos a los padres todos los datos que nos resulten útiles: cómo fue el embarazo, cómo fue el parto, qué síntomas tiene el bebé, etc.

Lo siguiente es realizar una inspección del bebé, palpando las articulaciones entre los huesos y viendo en qué estado se encuentran las fontanelas.

Una vez localizado el problema, procederemos al tratamiento.

Nuestra meta suele ser corregir los solapamientos o cabalgamientos, torsiones o cualquier otra disfunción que pueda existir entre los huesos y devolver la movilidad normal a los mismos.

Es muy importante aclarar que las técnicas no son agresivas en absoluto para el bebé.

¿Nos centramos exclusivamente en el tratamiento craneal?

En absoluto. Como hemos dicho anteriormente, el nervio vago o neumogástrico sale del cráneo, pero hasta llegar a las vísceras correspondientes, sigue un recorrido que será necesario comprobar: el cuello, la cintura escapular (formada por las clavículas, el esternón, las escápulas), el diafragma (a veces los cólicos se asocian a un espasmo del mismo) y; por último, la víscera en sí.

Los tratamientos viscerales tampoco son agresivos en absoluto y ayudan a estimular la vascularización y el movimiento de las vísceras para su correcto funcionamiento.

Ésta es una de las metas más importantes de nuestro tratamiento: el lograr la funcionalidad óptima de las estructuras, ya sea una articulación, una arteria o el estómago.

¿Por qué? Porque si la estructura no recibe la inervación y la vascularización correcta o si no se mueve como debería (recordemos que las vísceras también tienen musculatura), su función se va a ver alterada y nos va a dar sintomatología diversa.

En definitiva, nuestro tratamiento es 100% manual. Dependiendo de la situación, se darán recomendaciones como cambiar la leche (si la lactancia no es materna), cambiar la dieta de la madre (si lo es), enseñar a los padres a estimular el sistema digestivo de sus hijos, etc.

Espero que este post os haya aclarado un poquito el cómo trabajamos desde la osteopatía el cólico del lactante y porqué lo hacemos así.

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María Franco Vital

Fisioterapeuta y C.O. en Osteopatía

Dtra. Técnica de OsteoKids & Adults

Calle Orense, 48, 1ºF, 28020, Madrid

Tlf: 911 727 135 / 618 439 611

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